martes, 17 de mayo de 2011

La Señora Olivia y cómo llegamos acá


La Señora Olivia, nuestra "casera", como les mencionaba es una "conocida de la familia". Me explico desde el principio:
Mi familia es un poquito grande, específicamente compuesta por 9 personas y 2 casas juntas (cosas del destino, tema para otra entrada), en la que nos repartimos entre abuelos (abuela y abuelo, padres de mi madre), hijos (mamá, papá y 2 tías: Poly y Selma), nietos (mi hermana, yo y mi primo, hijo de Selma) y perros (7).
Pues bien, Selma, mantuvo amistad con Marina desde el colegio.
Marina, actualmente casada y con 2 hijos, fue muy querida en la familia, tanto que ha sido invitada en varias ocasiones a participar en nuestras vacaciones. La Madre de Marina es la Señora Olivia.
De ella sólo sabía que no sabía cocinar cebolla frita  (nada de hecho…), que era muy permisiva con sus hijas, pero muy recelosa de sus hijos.
La Señora Olivia, junto a su (antipático) marido, capitalinos, se hartan de la cuidad y deciden migrar a otra región más al sur, venden su casa en Santiago y se compran otra en "la Región no tan Lejana al Sur".
El marido se aburre de la gente de "La Región no tan Lejana al Sur", malditos huasos, incultos que le ensucian su precioso taxi de trabajo y le azotan sus puertas, alega él.
Vuelve a Santiago a vivir con sus hijos, porque ya no tienen casa en la Capital. Sin embargo La Señora Olivia, decide quedarse, porque cuando dejaron la casa sola les entraron a robar, además le gusta la tranquilidad del sector.

La decisión de mandar todo a la porra y convalidar mis ramos en la universidad todoterreno, se consumó porque Galia, ya estaba en esa universidad y me contaba todo lo que hacían y lo mágico que resultaba la carrera, a diferencia de Santiago…así que bueno, me convenció (bastante rápido confieso).
Ella vivía en una pensión cerca de la universidad, por lo que cuando me fui a la “Región No tan Lejana del Sur”, debíamos buscar un casa donde vivir.
Teníamos las cosas claras: una casa cerca de la universidad, para poder transportarnos en bicicleta, barata y que estuviéramos solas (ella había tenido una malísima experiencia viviendo en pensión, y yo, por mi parte no tenía interés en vivir con otra gente ni dar explicaciones que ni siquiera tengo que dar en mi casa).
Cuando empezamos a buscar, la verdad sea dicha, ya era tarde. Tarde para encontrar algo decente, ya que estaba todo ocupado. Teníamos 3 opciones:
1)      Casa al otro lado de la cuidad, cruzando la carretera. Fea, barata, pero mucho espacio para las 2. Varios peladeros o sitios eriazos (sin ocupar), focos de delincuentes y violadores.
2)      Departamento interior, muy bonito, agradable, con un pequeño patio para plantar nuestras hortalizas, 2 habitaciones, comedor, living, cocina y 2 grandes baños. Lo mejor de todo a 2 cuadras de la universidad. Pero hay que decir que era muy antigua, debíamos pasar por un pasillo común (que a mi mamá le dio terror) todos los arrendatarios y encima se salía de nuestro presupuesto. Y lo peor de todo era el arrendador (casero), el dueño del departamento, qué desagradable era y qué miedo daba. Mnm…lo dejamos en veremos.
3)      Casa de la Señora Olivia, mientras encontrábamos algo mejor.

Ni yo, ni Galia, como dije antes teníamos interés alguno en vivir con ella, en su casa, bajo sus reglas. Pero mi mamá insistió en ir a verla. Aceptamos para que quedara feliz, pero no sin antes advertirle que no íbamos a aceptar, que sólo íbamos para que dejara de mosquear (molestar) y para que nos diera almuerzo (sí, somos hambrientas). 
Estábamos bastante lejos de su casa, llegamos agotadas, hacía mucho calor y tuvimos que caminar un buen trecho. Cuando llegamos nos dio de comer y beber, nos dijo que no tenía problemas en recibirnos si no encontrábamos nada más, que en realidad ella lo hacía más como favor, no pensaba dedicarse al negocio de arrendar piezas. Nos dijo lo que nos cobraría.
-          Lo tomamos!
Mi mamá nos miró en shock y no que no querían?, mamá sé razonable, extremo barato, cerca de la Universidad (10 a 15 minutos en auto o bici) y además no nos darían más los pies para seguir buscando.
Así que, aceptamos, y ambas partes quedaron en que sería “por mientras encontrábamos algo más”, un par de meses nada mpas.
Esto ocurrió en Enero del 2010…y aún seguimos acá. Me gustaría decir que en la Señora Olivia encontramos otra madre (o abuela), pero no le da el tipo. Tampoco nos llevamos mal, harto nos aguanta.
De ella sólo puedo decir que es un poco rara y siempre nos alegramos cuando no está (y ella nos imaginamos que también se alegra cuando no estamos, porque hay que reconocer que somos muy ruidosas).
Y sí, cocina bastante mal, pero hoy ya soy una experta en evadir su comida, no así Galia jajaja.

PD: La bonita casita quedó totalmente destruida con el terremoto, y el viejo (anciano) era tan desagradable que seguramente no nos hubiera devuelto nuestro dinero de previo pago del departamento. Por lo que nos alegramos (no que se le haya derrumbado su negocio, si tampoco era el diablo) no haber arrendado ahí.

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